Los límites del desarrollo, Christine McCoy

En psicología, la resiliencia se define como la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, cuando se hace un nudo en la vida o hay una adversidad.
La capacidad de desarrollar la resiliencia potencia la felicidad.
En la naturaleza, consiste en la capacidad de un ecosistema u organismo, de superar el impacto ambiental a veces natural y a veces antropogénico.
Esa capacidad de la naturaleza de resistir hasta un cierto límite, luego de adaptarse hasta el siguiente límite y luego tener que cambiar es extraordinaria, es parte fundamental de los sistemas naturales.
No solo es un término puesto de moda, la resiliencia es crucial para nuestros ecosistemas y podría aplicarse en el plano humano a nuestro carácter personal.
Por eso cuando veo a la Dra. Christine McCoy dar una conferencia y la veo insistir en el concepto de "Ciudad Resiliente" pienso: Demonios, que gran visión, está mujer hace que la ciudad sea vista como un organismo vivo. Capaz de resistir nuestra ignorancia, de resistir la corrupción y el mal funcionamiento, capaz de resistir la basura, los apagones, la inseguridad, la mala planeación urbana, le mal manejo de aguas residuales, inundaciones, de verdad resistente, pero más aún capaz de resistir la falta de arraigo cancunense. Me hace ver la ciudad como un organismo que al superar sus límites de resistencia anteriores comienza a adaptarse, comenzamos a aceptar que un paradero de camiones debe tener basura alrededor, que algunos predios pueden ser usados como tiraderos, comenzamos a adaptarnos y a aceptar qu ella mitad de los vecinos no recicla sus residuos o que la corrupción en el Ayuntamiento es normal (hay cientos de ejemplos), pero también aceptamos el cambio en luchas propositivas donde decimos: Bueno, tenemos que seguir construyendo la ciudad, pero hagámoslo bien. Es decir: Si vamos a superar un límite, pensemos bien ¿cómo hacerlo?.
Les cuento que ayer no fue la excepción, en el Planetario Ka'yok' de Cancún, celebramos los 27 años del Área Natural Protegida denominado: Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancun y Punta Nizuc. Una de las conferencistas fué Christine y nos llevó a reflexionar sobre los límites de nuestro desarrollo como ciudad, como polo turístico y como ecosistema.
Aclaro que redactaré su conferencia en forma interpretativa, para respetar sus conceptos propios y la veracidad.
Christine fué como siempre directo al punto y una pregunta crucial que los encargados de la "planeación" de Cancún en cada PDU (Programa de Desarrollo Urbano) de la ciudad desde 1974 se han preguntado es: ¿Cuántos cuartos de hotel aguantamos?

En el 82 se creía que 22,000, en 1993 se pensó ya en las Etapas 2 y 3 de la Zona Hotelera y dijeron: NO pues, unos 36,000.
Para 2005 hubo un cambio de actitud, parece que las tarifas hoteleras se cayeron y alguien convenció a los planeadores de reducir la oferta para que suba el precio ante la demanda atorada, parece que todos tomaron conciencia y le bajaron a 30,000.
Pero en 2013 se metió Puerto Cancún y llegando hasta el Moon Palace se calculó que aguantaba el sistema 65,000 cuartos. Como comentó Christine, éste PDU no pasó, se cayó y se atoró. Eran aquellos tiempos del Dragón Mart, de sueños guajiros. La bonanza hotelera había regresado.
En 2014 solo tomando la zona Hotelera se aceptó que aguantaba 47, 257 cuartos de hotel y agregando el Moon Palace se llegó a 49,714, dos mil 500 de más.
Lo que viene no lo dijo Christine ¿ok?, asumo la responsabilidad.
Su conferencia me llevó a ésta reflexión: Viendo como cayó el último PDU2022, bajo un amparo que confirma la simulación en la consulta ciudadana, donde se aclara que no hay un estudio previo de movilidad, ni de riesgos, ni estaño sustentado y con casos inverosímiles como el de PokTaPok, puesto como "Polígono de Actuación" y sometido a criterio del proyectista futuro, es decir, sin uso de suelo, en plena opacidad, abierto a la sobredensificación y puesto de pechito a la mordida en la Licencia de Construcción, o como quieran llamarle, es claro, la gente que planea la ciudad no entiende de resiliencia, de límites y no entiende del enorme daño que estamos causando a nuestra industria turística, a nuestro futuro urbano y al ecosistema.
Sigo con Christine, también expuso la realidad actual, ya estamos en 43,109 cuartos según Sedetur como fuente citada. Es decir, de los 47,000 planeados supuestamente por genios del futuro, ya vamos en 43,000.
Yo ya andaba conmocionado con sus números, pero la lámina que me movió el tapete fué la siguiente, el cambio de paradigma, y es que el cambio no lo debe hacer la ciudad en si, lo debemos hacer los ciudadanos. ¿Recuerdan que dijimos que el tercer nivel de la resiliencia era el cambio? Bueno, pues aquí me removió el estómago Christine por que en vez de adaptar nuestra ciudad a la corrupción de los que la planean, en vez de aceptar que se está muriendo la Laguna Nichupté por ejemplo y entonces podemos seguir construyendo al rededor cosas, por que al cabo ya está muy implantada (ejemplo sarcástico), en vez de resistir y adaptarnos, podemos cambiar.
Eso sería una ciudad resiliente, una ciudad que cambia a la estabilidad, poniendo en la base amplia de la pirámide de prioridades la naturaleza, el ecosistema, la vida. Si conservamos nuestras selvas tendremos menos calor en la ciudad, si arbolamos los camellones y cuidamos nuestros parques urbanos los huracanes nos golpearán menos fuerte, habrá amaneceres con canto de pájaros en el patio trasero. Eso sería cuidar las aguas residuales y residuos sólidos generadores de lixiviados por que terminan en la laguna, sería cuidar y proteger a toda costa nuestros manglares, el sistema Manglares de Nichupté, ser estables, estables, estables. Sería priorizar la duna costera, bajarle a la densidad de obras, cuidar el pastizal marino, principalmente proteger al arrecife de la eutrofización y contaminación que nuestras aguas de mala calidad le surten diariamente.
Pero el desarrollo social es importante también, la prosperidad compartida, repartir la riqueza generada, crear empleos y empresas, como segundo peldaño de la base.
Para generar este desarrollo social, este mar de oportunidades para la gente, es necesario también generar negocios, ingresos turísticos, entrada de dólares, es necesario ser exitosos económicamente hablando. Sin economía es inseguro y prácticamente imposible un desarrollo social, pero no son lo mismo. Ni tienen la misma prioridad, la gente es más importante, o mejor dicho, el crecimiento económico debe considerar su beneficio social como prioritario.
Aquí pensé en los tiempos de pandemia cuando vi las filas interminables de trabajadores cobrando su liquidación en nuestros hermosos hoteles, muchos que hemos perdonado ya. En esos tiempos inciertos en los que mandaron a la gente a sus casas a morir de hambre o a esperar las despensas del Gobierno del Estado, pues salir de casa a trabajar estaba prohibido. A eso se refiere Christine cuando pone a la gente debajo de la economía en la pirámide.
Arriba de la pirámide, en la punta, en la parte menos ancha, están las ganancias. Y no es socialismo ni nada de esas etiquetas que usan los disque ricos, que no lo son, por que un verdadero inversionista, de esos que tenemos muchos y valiosos, no es tan bruto como para pensar en una pirámide invertida, no.
Los buenos inversionistas y desarrolladores que tenemos, piensan que se necesita una pirámide estable, voltear la prioridad es afectar las inversiones, es un mal negocio.
Y es simple la reflexión, si priorizamos las ganancias, la economía se reducirá en la mancha urbana, digamos por ejemplo que se reducen sueldos y hay más necesidades sociales, crece la delincuencia, circula menos dinero, muchas pymes cierran, no hay chamba, decimos coloquialmente. La economía deja de favorecer a la sociedad. El mundo esta alrevés, y peor, la descomposición social sumada a la ambición desmedida en la economía nos lleva al deterioro del ecosistema. La destrucción de la naturaleza es la peor inversión que hay, perjudica a todos.
La reflexiones que genera una conferencia de la Dra Christine con interminables y muchas más, lo que es definitivo, es que si invertimos la pirámide nos estamos suicidando económica, social y ambientalmente. ¿Queremos un mejor Cancún? Bueno, a voltear esa pirámide.
Al final le preguntaron a Christine que opinaba de la diferencia entre crecimiento y desarrollo. Contesto magistralmente: Crecimiento es "más", desarrollo es "mejor", no son sinónimos.
¿Podemos cambiar el paradigma en Cancun?¿Podemos ser residentes los cancunenses?
Imaginen una ciudad con cancunenses ricos, llenos de trabajo y negocios, donde todos tienen beneficios y donde la prioridad es cuidar la naturaleza.
Por que si la prioridad fuera el ecosistema, en cada PDU deberiamos estarnos praeguntando ¿Cuántos cuartos de hotel debemos demoler ésta vez?