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Un error de 23.5 grados mágico


Estamos terminando enero, aún estamos en invierno, será hasta el 21 de marzo que entraremos a la primavera.

El final del invierno es cuando nuestro planeta pasa del enfriamiento al calentamiento natural.

Es decir, el planeta gira sobre un disco plano durante 365 días alrededor del sol describiendo una órbita elíptica y debido a que está inclinado 23.5 grados la irradiación de calor sobre su superficie es variable.


La inclinación de la tierra siempre es la misma sobre su propio eje pero no con relación al punto fijo, o foco de la elipse, que representa el sol.

En invierno (diciembre, enero, febrero) el sol le pega al hemisferio sur, podríamos decir que le pega menos al hemisferio norte y por eso se enfría, o se calienta menos si así nos entendemos mejor.


Bueno, es tan circunstancial que parece magia, es esa inclinación errática la que permite que ningún día sea igual a sus días cercanos, es lo que hace que existan cuatro cambios climáticos al año naturales, es lo que permite que la tierra funcione como una gigantesca máquina térmica procesadora de calor.

Por eso hay hielo en los polos y calor en el ecuador, por eso las corrientes marinas termohalinas se mueven por todos los océanos del mundo distribuyendo calor o frío e intercambiando masas de agua, por eso las masas de aire bajan creando frentes fríos y nortes o en verano entrelazan huracanes, por eso llueve, por eso la vida existe y evoluciona, por que vivimos en un planeta variable, nunca estable.

Cada amanecer es un milagro repetitivo pero distinto al amanecer anterior...

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