Un puente Nichupté sin sentido
La justificación del Puente Nichupté es el tráfico vehicular que es insostenible en horas pico para salir o entrar al Blvd. Kukulkán, que llega a embotellamientos de 1 hora a vuelta rueda en la Zona Hotelera del polo turístico más importante del País, que solo tiene una entrada y una salida, una sola avenida principal.
Estudios previos sobre la movilidad de la ciudad demostraron que el 90% de los vehículos que entran en la mañana o salen en la tarde llevan un solo pasajero, no son turistas y permanecen estacionados todo el día en los hoteles.
Es decir, es un tráfico de la gente que trabaja en los hoteles, son cancunenses.
Recuerdo hace años cuando yo era empresario de la construcción que si teníamos alguna obra en la Zona Hotelera nos íbamos en autobús, eran tan cómodos y eficientes que era mejor que llevar el auto.
¿Por qué no hemos podido mejorar la movilidad de la ciudad?
Aquí podemos hacer 30 entregas más y extendernos en las causas y en la corrupción que predomina en el servicio público de transporte urbano, pero no me detendré que quiero hablar del Puente.
Bien, la zona hotelera no crecerá más, ya está en su límite máximo y sobredensificada, así que un incremento de la demanda vehicular no será el factor determinante.
Pero si debe quedar claro que la forma en la que justificamos gigantescas inversiones sigue siendo errónea, por qué un problema de mal transporte público genera tráfico vehicular y pudiendo tener 100 soluciones diversas nos vamos a un paliativo que no resuelve la causa de fondo y que si nos costará 5,570 millones de pesos.
Esa cantidad podría convertirse en 30 escuelas, 20 hospitales, mejoras en la carreteras del Estado para interconectar y ampliar las posibilidades de desarrollo de los que menos tienen, podría convertirse en promoción turística también.
Pero no, basados en los efectos y no en las causas se decide un Puente, se alarga para meter los terrenos del antiguo club casa blanca por alguna razón, se mete al Parque Cancún en la jugada y de pronto se inicia su construcción después de un tronar de dedos.
Como todas las obras de esta Aministracion, sin estudios, sin proyectos ejecutivos, sobre la marcha.
No está autorizada la MIA (que sabemos que autorizarán), pero cuando menos no se conocen las condicionantes que deberán cuidar durante la construcción principalmente para no causar daños irreversibles en la Laguna Nichupté sumamente afectada por 50 años de aguas negras más controladas por Aguakan y que fluyen por miles de ríos subterráneos.
El Manifiesto de Impacto Ambiental es un instrumento de gestión ambiental, en el que se establece ¿que si puede hacerse?¿como debe hacerse? y que no debe hacerse.
Al final de toda la demagogia quedarán un puente y un impacto ambiental para las generaciones futuras.
Voltearan a juzgarnos y se preguntaran ¿Como fueron tan brutos de dejar morir la Laguna Nichupté?
¿Nunca entendieron la relación entre la laguna y la hoteleria ?
O bien ¿Como su incapacidad de resolver la
movilidad se convirtió en un puente de 5,500 millones?
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