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Vulnerables ante el Cambio Climático ¿cómo?


"En Quintana Roo contamos con 1,176 kilómetros de litoral y somos el único Estado de México que forma parte de la región caribeña, pero al mismo tiempo, nuestra franja costera es vulnerable ante los escenarios de cambio climático, que nos ponen ante el desafío de enfrentar y combatir desde la primera línea los efectos del daño causado a los ecosistemas. Por eso debe ser prioridad un Manejo Integral de la Zona Costera".

Con éste prólogo de la Gobernadora se imprimió el libro "Gestión de playas y manejo costero integrado" que compila experiencias entre México y Cuba sobre manejo del litoral.

Y en el marco de ésta semana de reflexión por el Día del Medio Ambiente, que viene para el 5 de junio y en el sentido de las reflexiones que buscamos hacer esta semana, pensemos en esa vulnerabilidad ante los escenarios de cambio climático de nuestra franja costera, que menciona la Gobernadora.

Primero debemos recordar que el Caribe Mexicano es una barrera orientada en lo general de Sur a Norte, que el planeta gira de poniente a oriente, es decir, nuestro litoral gira en contra del Mar Caribe, por decirlo de alguna manera.

Debido a lo anterior, las corrientes marinas gigantescas del cinturón termohalino del Atlántico entran por las Antillas Menores en forma de un chorro de agua imaginario de proporciones gigantescas y viajan pasando enfrente de Brasil, de Venezuela, de Centroamérica y suben buscando el Canal de Yucatán entre Isla Contoy y Santa María la Gorda que es la punta poniente de Cuba.

Esa corriente del Caribe, fuerte y que nunca va en sentido norte sur contrario, está todo el año fluyendo enfrente de nosotros, en forma paralela a nuestro litoral.

Entra entre Chinchorro y el sur de Cozumel, viene con toda su fuerza y trayéndonos de todo, choca en Majahual y sube paralela al Arrecife Mesoamericano.

Desde hace unos años la Conagua ha considerado todo éste sistema como uno solo, nuestro litoral sumado al de Belice y Honduras, como una "cuenca", en cuanto al agua, porque en el norte son millones de ríos subterráneos que fluyen hacia las lagunas costeras y más al sur son ríos superficiales que desembocan en el mar. Y por que la gran corriente del Caribe nos afecta por igual cuando se nos estrella.

Así que lo que afecta a Honduras o a Belice, tarde o temprano subirá hacia el norte afectándonos.

Es el tema.

¿Que tan vulnerables somos?

Mucho, estamos puestos de pechito y enfrentados a esa corriente marina gigantesca e imparable exactamente perpendicular. Somos una barrera al flujo de la corriente del Caribe.

Esa corriente gigantesca nos trae nutrientes y organismos que año con año durante miles de años formaron la barrera arrecifal, pero hoy nos trae polución, metales pesados, restos de químicos de hidrocarburos, bacterias y enfermedades que generan el síndrome blanco que afecta a nuestros arrecifes y más cosas que aún ni siquiera entendemos.

Esa misma corriente arrastra nutrientes y plancton abundante que en la desembocadura del Canal de Yucatán disfruta el tiburón ballena, pero también le lleva metales pesados y polución al mismo tiburón.

También vimos nuestra vulnerabilidad desde el 2011 que comenzó a impactarnos el sargazo pelágico en forma masiva, con la peculiaridad de poder flotar por las burbujas de gas con las que cuenta, ésta especie exitosa del cambio climático logró adaptarse y progresa a razón de duplicar sus colonias al doble cada 20 días, la corriente del caribe nos trae esas islas gigantescas de sargazo.

Pero también esa misma corriente cuando cambia el viento, nos limpia en forma dramática, engañosa y nos miente. Si bien nos obsequia descansos contra los recales masivos de sargazo y nos recuerda la belleza d neeustras playas, nos arrebata la pasión que sentimos a los dos días cuando nos vomita su marea marrón.

No es todos los días, ni en todas las playas. Hay que repetirle ésto a nuestros visitantes: siempre la naturaleza nos regla playas limpias.

El sargazo siempre esta ahí en la corriente, pero unos días nos pega y otros no. Es la misma corriente que arrastra microplásticos y basura, en los tramos de litoral de nuestras áreas naturales protegidas debido a que no hay quien limpie por que no hay la presión turística las playas se han convertido en verdaderos basureros de plástico. Un problema para muchas especies que son nuestra responsabilidad como el mismo sargazo.

La erosión de playas es una historia que solo se puede entender en el entorno global de la crisis climática, pero es simple. A mayor calentamiento global, se derrite más agua de los polos, de la Antártida y de Groenlandia, ésta agua nueva que se incorpora al ciclo hidrológico global se sumará a las lluvias y tormentas, provocará más aguaceros, irá sumándose al nivel medio del mar.

El agua seguirá subiendo de nivel, mis lectores deben entender que hace 12,000 años que estábamos saliendo de la última era del hielo, habría mucha más agua congelada y por ende la playa que hoy conocemos estaba muy lejos de donde la tenemos hoy, el agua estaba 76 metros debajo del nivel actual, los cenotes eran cavernas secas, después del arrecife caía el acantilado, el cantal como le decimos los pescadores y ahí chocaban las olas.

Esta plataforma sumergida de roca caliza era la geografía del litoral antes de que el agua regresara al ciclo hidrológico, por ende, estamos en un proceso lentísimo de inundación.

Nos estamos inundando lentamente, desde hace 12 mil años vienen subiendo los niveles del agua en tierra firme y en el mar.

Así es nuestra vulnerabilidad litoral, también debajo de nuestras playas entra una cuña de agua salinizada, esa cuña salina penetra incluso kilómetros hasta tierra adentro y yace debajo del acuífero de agua dulce que se recarga con las lluvias. El agua de lluvia cae en la selva, recarga los acuíferos y por ser dulce sin sal y más liviana, se asienta sobre el manto salino.

Este equilibrio fino y delicado puede romperse por sobrexplotación de los acuíferos para uso humano, por extracción excesiva para nuestras manchas urbanas, o en una temporada de sequía podría adelgazarse tanto el acuífero dulce que podría el salino contaminar toda el agua disponible.

Son nuestras vulnerabilidades naturales, las corrientes marinas están cambiando, hay más calor oceánico, menos enfriamiento, hay nuevas variables derivadas del cambio climático y podría desencadenarse el fenómeno del niño en el Pacífico Sur, como están advirtiendo científicos de todo el planeta.

Nuestro turismo es imperativo, nuestras infraestructura y nuestras playas son nuestro activo económico más valioso, un manejo integral de la zona costera implica un esfuerzo muy superior al realizado hasta hoy, implica poner una barrera a nuestras vulnerabilidad, implica proteger nuestro patrimonio económico, sus derivaciones sociales y nuestro futuro.

La Gobernadora tiene visión, percibe éstos riesgos, mira a futuro por el litoral, la pregunta es ¿estamos viendo lo mismo?

Por que ser vulnerables no implica ponernos a llorar, lamentarnos o hacer notas alarmistas, no, para nada, tampoco es una mala propaganda para el turista.

Hoy no creo que exista un turista que no entienda lo que es el cambio climático o que incluso no busque favorecer servicios amigables con el medio ambiente.

Somos vulnerables por nuestra orientación y por esa corriente marina gigantesca, debemos trabajar en función de esos riesgos y salir adelante.

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